
Cada vez son más las Bodegas que se deciden a obtener una certificación IFS y BRC.
Las ventajas que ambas ofrecen son enormes, como os indicábamos hace unos días, y aunque muchas empresas se animan a ello para entrar en nuevos mercados, llegar a nuevos clientes o poder vender su vino en una determinada cadena de distribución, lo cierto es que, una vez implantan estas normas y comienzan a trabajar con ellas, se dan cuenta de los múltiples beneficios que les reportan (mayor eficiencia, disminución de los costes, mayor control del proceso…).
Pero no podemos olvidar que también son múltiples los retos que se plantean a aquellas Bodegas que deciden implantar una norma IFS o BRC. A continuación os los numeramos y os planteamos medidas para asumirlos. Como decía Albert Einstein “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”.
Retos que se les plantean a las Bodegas ante una certificación BRC o IFS
1. Las Bodegas son industrias alimentarias, sin embargo, muchas no tienen asumido que pertenecen al mismo sector que una empresa de conservas o una fábrica de helados. Una Bodega elabora bebidas que van a ser ingeridas por los consumidores, por lo tanto, la empresa que elabora ese vino debe asegurarse que cuando el producto sea bebido por el consumidor, este no va a poner en peligro su salud. Puede que un vino presente unas características desfavorables para el crecimiento de microorganismos (su bajo pH y su contenido alcohólico tienen gran culpa de ello), sin embargo, hay cientos de peligros que pueden presentar un vino si no se controlan adecuadamente. La concienciación de los empleados de una Bodega de que están elaborando un alimento es uno de los mayores retos a la hora de implantar un Sistema de Gestión de la Seguridad Alimentaria en una Bodega. Conseguir que lleven a cabo unas adecuadas prácticas de manipulación, cambien hábitos muy arraigados o, simplemente, se pongan un gorro para cubrir el pelo en la zona de embotellado, puede resultar laborioso, pero, creedme, se puede conseguir.
2. Muchos profesionales del sector del vino no tienen conocimientos en materia de seguridad alimentaria. Cuando se les plantea por parte de la dirección de la empresa implantar un Sistema de Gestión basado en la norma IFS o BRC, se ven abrumados. La solución a esto es sencilla, contactar con un profesional con experiencia en la implantación de estos sistemas y que además, conozca perfectamente las características del proceso de producción de un vino, sus dificultades, las necesidades que se le plantean a una Bodega. Los consultores de Testa tenemos una amplia experiencia en el sector vitivinícola implantando Sistemas de Gestión basados en los estándares IFS y BRC. Algunos hemos trabajado en el sector y conocemos de primera mano la dinámica de una bodega por dentro.
3. Otro de los retos que se le plantean a cualquier empresa frente a una certificación IFS o BRC es de tipo económico. Implantar un Sistema de Gestión de la Seguridad Alimentaria requiere de una serie de requisitos de las instalaciones. Gran parte de las bodegas de nuestro país se sitúan en edificios antiguos, con puertas que no cierran adecuadamente, ventanas de cristal en la zona del embotellado, paredes o suelos de materiales no aptos para la industria alimentaria… Aunque suele ser frecuente acometer una serie de reformas en las infraestructuras para poder obtener una certificación IFS o BRC, esta inversión económica tiene una repercusión importantísima a corto y medio plazo (disminución de la entrada de plagas a la bodega, aumento de la eficiencia del proceso productivo, reducción de costes derivados de un consumo excesivo de energía, agua, mejora del aspecto de las instalaciones imprescindible cuando se realizan visitas turísticas en las mismas).
4. Uno de los requisitos de estas normas es el control de la trazabilidad de los productos de manera íntegra. Para ello, algunas Bodegas instalan sistemas de planificación de recursos empresariales (ERPs), pero estos son muy genéricos y no se adaptan a sus necesidades. Los ERPs permiten, si están bien diseñados, controlar el proceso productivo de manera total. Aunque inicialmente se instalan para controlar la trazabilidad, pronto las Bodegas se dan cuenta de que pueden usarlos para extraer numerosos datos relacionados con sus proveedores, sus clientes, incluso la productividad de sus empleados.
5. 5. Una empresa productora de vino, como muchas empresas del sector alimentario, tiene una campaña, conocida en este caso como vendimia, donde se necesitan más recursos y hay menos tiempo para dedicarse a “cumplimentar registros”. El sobreesfuerzo que tienen que hacer los empleados en esa época no se verá aumentado si tienen que anotar en un registro el lote de un producto enológico o la densidad y temperatura de un depósito en fermentación.Estos pequeños gestos que son necesarios cuando se implanta un sistema de gestión de la seguridad alimentaria, permiten tener bajo control la producción, incluso en épocas de máximo trabajo.
Estos son algunos de los obstáculos con los que se puede encontrar una Bodega a la hora de implantar un Sistema de Gestión de la Seguridad Alimentaria certificado por la norma IFS o BRC. Sin embargo, son retos totalmente realizables, como demuestran nuestros años de experiencia trabajando con empresas del sector vitivinícola que han conseguido certificarse en alguna de estas normas y no solo mantener la certificación, sino mejorarla.
Como decía George Edward Woodberry; "La derrota no es el peor de los fracasos. No intentarlo es el verdadero fracaso".
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